Albert Cano |
Formado en su infancia en la Escolania de Montserrat, actualmente, estudia en el Conservatorio Colburn de Los Ángeles. Este miércoles ofrece en Barcelona un concierto en el Instituto de Estudios Norteamericanos. Como es habitual en la programación de música clásica de la institución, la entrada es gratuita.
Con Albert Cano hablamos de su trayectoria y sus aspiraciones como joven promesa del piano.
Barcelona Clásica: ¿A qué edad te inicias con el piano? ¿Fue por tradición familiar?
Albert Cano: La verdad es que en mi familia no hay una tradición musical fuerte. Pero a mi madre le gusta la música clásica y, como psicóloga, había visto que tocar un instrumento musical ayuda al desarrollo del cerebro en los niños. Así que a los 6 años nos inscribió a mí y a mi hermana en una escuela de música. Enseguida me fascinó el piano: fue como descubrir un mundo nuevo. Desde ahí, la cosa fue progresando.
Albert Cano: La verdad es que en mi familia no hay una tradición musical fuerte. Pero a mi madre le gusta la música clásica y, como psicóloga, había visto que tocar un instrumento musical ayuda al desarrollo del cerebro en los niños. Así que a los 6 años nos inscribió a mí y a mi hermana en una escuela de música. Enseguida me fascinó el piano: fue como descubrir un mundo nuevo. Desde ahí, la cosa fue progresando.
B.C. ¿Por qué decidiste unirte a la Escolania de Montserrat?
A.C. Una amiga de mi madre tenía un hijo que había ido a la Escolania y nos habló muy bien de ella. Sin embargo, la idea de quedarme en la escuela durante periodos de cuatro meses no nos parecía muy atractiva. Un día, leímos en el periódico que había cambios en la escuela y que se podía volver a casa a dormir cada día. Esto nos animó a hacer las pruebas de admisión y, una vez me aceptaron, no tuve dudas. Estuve cinco años, desde los 8 hasta los 13, y fueron muy positivos en el sentido musical e individual. El hecho de tener formación de música de cámara, piano, teoría, y en especial, de canto coral de forma tan intensiva fue muy útil para desarrollar la musicalidad. Como persona, la etapa en la Escolanía me aportó mucho, ya que me obligó a ser bastante independiente y me permitió ver otros países y culturas durante las giras en el extranjero.
A.C. Una amiga de mi madre tenía un hijo que había ido a la Escolania y nos habló muy bien de ella. Sin embargo, la idea de quedarme en la escuela durante periodos de cuatro meses no nos parecía muy atractiva. Un día, leímos en el periódico que había cambios en la escuela y que se podía volver a casa a dormir cada día. Esto nos animó a hacer las pruebas de admisión y, una vez me aceptaron, no tuve dudas. Estuve cinco años, desde los 8 hasta los 13, y fueron muy positivos en el sentido musical e individual. El hecho de tener formación de música de cámara, piano, teoría, y en especial, de canto coral de forma tan intensiva fue muy útil para desarrollar la musicalidad. Como persona, la etapa en la Escolanía me aportó mucho, ya que me obligó a ser bastante independiente y me permitió ver otros países y culturas durante las giras en el extranjero.
B.C. ¿Por qué decidiste continuar los estudios en Los Ángeles?
A.C. Cuando decidí que quería concentrarme en el piano, hice las pruebas en varios sitios. Sabía que no quería quedarme en España, y conocía a un par de profesores de la Juilliard en Nueva York y a un profesor de la Colburn en Los Angeles. Hice las pruebas en los dos sitios. No me lo esperaba, me aceptaron en los dos con una beca completa. Al final, decidí ir a Los Angeles porque es un conservatorio más pequeño, con un estudio más personalizado e instalaciones y pianos muy buenos. Además, brinda más oportunidades y también paga el alojamiento y la comida. Luego me enteré de que, el año de mis audiciones, solo cogieron a dos alumnos. Suerte que no lo sabía antes de ir tocar…
A.C. Cuando decidí que quería concentrarme en el piano, hice las pruebas en varios sitios. Sabía que no quería quedarme en España, y conocía a un par de profesores de la Juilliard en Nueva York y a un profesor de la Colburn en Los Angeles. Hice las pruebas en los dos sitios. No me lo esperaba, me aceptaron en los dos con una beca completa. Al final, decidí ir a Los Angeles porque es un conservatorio más pequeño, con un estudio más personalizado e instalaciones y pianos muy buenos. Además, brinda más oportunidades y también paga el alojamiento y la comida. Luego me enteré de que, el año de mis audiciones, solo cogieron a dos alumnos. Suerte que no lo sabía antes de ir tocar…
B.C. Tienes una notable experiencia en concursos internacionales, como el Concurso Chopin o el Paloma O’Shea en Santander.. ¿Qué has aprendido en ellos?
A.C. Cada concurso es una experiencia bastante diferente y a él se llega en circunstancias distintas. Por ejemplo, no esperaba estar entre los doce semifinalistas en Santander. Me había preparado bastante bien durante varios meses, pero no sabía muy bien qué esperar. Por un lado, fue una experiencia muy bonita, especialmente porque pude conocer y tocar con el Cuarteto Casals. También me gustó el hecho de sentirme en casa y de estar actuando ante un público tan cálido. Por otro lado, la presión fue bastante fuerte en algunos momentos y los nervios, especialmente desagradables, lo que me llevó a cometer algunos errores y a ser un poco irregular. Aun así, creo que hubo momentos musicales que fueron muy especiales.
Albert Cano |
A.C. Creo que participar en concursos puede aportar mucho: te enseña a aprender a tocar bajo presión, a mejorar la técnica y a intentar llevar las piezas al nivel técnico y artístico más alto que puedas. También te ayuda a conocerte a ti mismo y tus limitaciones. Si el concurso va bien, puedes ganar oportunidades y un poco más de publicidad.
Pero, a la vez, creo que hay que ir con mucho cuidado: uno tiene que estar preparado tanto para ganar como para fracasar. En mi opinión. la música, en sí misma, no tiene nada de competitivo, y el hecho de comparar varias personas y tener decidir un ganador es un poco peligroso, ya que se puede perjudicar a alguien que no es necesariamente peor músico.
B.C. Háblanos de tu próximo concierto en Barcelona. ¿Qué repertorio presentas?
A.C. El concierto empezará con una suite barroca de Handel en Fa Mayor en cuatro movimientos. Las suites para teclado de este compositor han quedado bastante a la sombra de las suites de Bach, pero eso no quiere decir que no sean buena música. Concretamente, esta suite me recuerda bastante a la música de los oratorios de Handel, como el Mesías.
Tras esto, el concierto estará centrado en la música rusa, con dos preludios de Rachmaninov y los Cuadros en una Exposición de Mussorgsky. Aunque los estilos de estos dos compositores sean bastante diferentes, creo que su música comparte el hecho de estar profundamente influida por la cultura, el arte, la sociedad y el sentimiento ruso. Mussorgsky escribió esta pieza directamente después de que un amigo y artista ruso muriera repentinamente y se organizara una exposición de sus obras. Le afectó tanto que decidió escribir esta pieza, llena de imaginación y variedad.
B.C. ¿Cómo te gustaría que fuera tu carrera en el futuro?
A.C. Me sentiría muy afortunado si pudiera vivir de la música tocando como solista, músico de cámara y dando clases, en el futuro, aunque sé que no es nada fácil hoy en día. Hace unos años, me encantaba componer y le dediqué bastante tiempo, pero recientemente he tenido que dedicar muchas horas a ensayar y lo he dejado un poco a un lado. Me gustaría retomarlo algún día. Y una vez tuve la oportunidad de tocar y dirigir un concierto de Mozart desde el piano y fue algo increíble. También me interesan muchas otras cosas, además de la música, especialmente las relacionadas con la aeronáutica. Nunca puedo descartarlo como opción de futuro: depende de las oportunidades que aparezcan.
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