El domingo 12 de febrero, el Palau de la Música Catalana acoge un concierto del Cor de Cambra del Palau de la Música Catalana dirigido por el prestigioso director británico Simon Carrington, cofundador de la agrupación vocal The King's Singers y profesor emérito de la Universidad de Yale. El evento presenta un programa de música sacra, con la participación solista de dos instrumentistas: Joan Seguí al órgano y Ekaterina Zaytseva a la guitarra.
No es habitual un concierto de coro acompañado de guitarra, y menos al alto nivel que caracteriza al Cor de Cambra del Palau; de ahí lo interesante de hablar con la guitarrista, con un perfil verdaderamente extraordinario. Nacida en Ginebra y formada entre Rusia, Cataluña y Holanda, Ekaterina Zaytseva está asentada hoy en Barcelona, donde es una reconocida concertista de guitarra. Actúa con frecuencia en el ciclo "Maestros de la guitarra", una de las iniciativas musicales más activas de la ciudad, en solitario y también como integrante del Dúo del Mar.
Así nos explica Ekaterina Zaytseva su propia historia.
Barcelona Clásica: ¿Cómo fueron tus inicios con la música?
Ekaterina Zaytseva: Mis padres no eran músicos, pero tenían estudios musicales y, por esta razón, la música formó parte de mi educación de forma natural. Cuando tenía cinco años, empecé a estudiar piano. También teníamos una guitarra en casa, que mi hermana había empezado a tocar. Cuando me hice un poco más mayor, yo también comencé a estudiarla. Desde entonces he tocado los dos instrumentos, si bien mi relación con la guitarra es más próxima y personal.
B.C. ¿Por qué?
E.Z. Para mí, la guitarra ocupa un espacio especial entre los instrumentos clásicos. Tiene muchas posibilidades tímbricas, una inmensidad de colores y permite crear un discurso íntimo y expresivo a la vez. También es el enlace entre la música académica y popular y es perfectamente autónoma como solista y en la música de cámara. Quizás haya instrumentos que le ganen en volumen, pero, sin duda, la guitarra es uno de los más completos y apreciados.
B.C. Te has formado como guitarrista clásica en diversos lugares, dentro y fuera de Cataluña. ¿Qué te ha aportado cada uno de los lugares donde has estudiado?
E.Z. Creo que, a lo largo de todo proceso formativo, hay muchos factores que son importantes. En primer lugar, está el rol que juega tu profesor de instrumento, ya que es un referente directo, fuente y guía a la vez. Pero también es muy importante el concepto de clase y la atmósfera que se respira en el centro.
He estudiado en Moscú, en Barcelona y en La Haya. El Conservatorio Tchaikovsky de Moscú es un lugar centenario y todavía me emociono cuando recuerdo las pruebas para entrar al grado profesional. Siempre ha sido un lugar “sagrado” para mí, donde se ofrecía una formación de base muy sólida y completa. La ESMUC también ha jugado un papel determinante en mi formación. Lo recuerdo como un centro singular, con un profesorado estupendo no sólo de instrumento, sino también en otras asignaturas que son muy importantes, como la música de cámara, la improvisación o la pedagogía.
En La Haya completé mis estudios en el Koninklijk Conservatorium, donde obtuve el máster en música. Allí me sorprendió su gran ambiente de estudio: todo el mundo estaba trabajando muy duro, estudiando sin parar. Los estudiantes, los profesores y el equipo directivo del centro interactuaban de manera muy activa, creando una dinámica que propiciaba la formación de grupos, que los estudiantes escucharan las clases de los demás… Esto incitaba a estudiar y al final, te contagiabas de esta atmósfera y rendías al máximo cada día.
E.Z. Cuando decidí cursar el grado superior, tenía que elegir entre varios conservatorios de diferentes países europeos, pero finalmente me decidí por la ESMUC y por eso vine a Barcelona. Después, me pasé dos años haciendo el máster en Holanda, pero me he quedado en Barcelona por motivos personales. Me gusta mucho esta ciudad. Barcelona y Moscú son mis ciudades preferidas, pero Barcelona es especial por su gente, por su arquitectura, por su clima y porque toda ella respira amor por la cultura.
B.C. No hay muchas mujeres guitarristas (o, al menos, no suele ser el tópico más habitual) ¿Por qué crees que se da esto?
E.Z. Es una pregunta que me hacen a menudo y que nunca sé muy bien cómo contestar. He tenido profesoras que, además, eran concertistas. He participado en diferentes proyectos musicales como cuartetos de guitarras compuestos o solo por mujeres o con una amplia representación de ellas. Y ahora hemos creado el Dúo del Mar, junto a la gran guitarrista y compositora Marta Robles… Por eso para mí es difícil constatar la ausencia de mujeres en esta profesión. Es cierto que, históricamente, ha habido pocas mujeres concertistas en todos los instrumentos, pero ahora la situación está mucho más equilibrada. Queda mucho camino por recorrer y muchos prejuicios y barreras que superar, pero soy optimista. La música debería ser un arte que no entendiera de género, donde lo más importante sea cómo se toca y no quién lo hace.
B.C. Habitualmente actúas en el ciclo "Maestros de la guitarra". ¿Cómo planteas estos conciertos?
E.Z. Para mí es un privilegio participar en este ciclo, porque está compuesto de grandes profesionales y me permite dar conciertos en la ciudad donde vivo sin dejar mi hogar por mucho tiempo. Ya sea como solista o con el [grupo] Barcelona4guitars, en una iglesia maravillosa con una acústica excepcional [Santa María del Pi] y en el Palau de la Música, una de las salas más bonitas de Europa, siempre es una alegría salir al escenario y compartir la música con el público.
El público, además, suele estar formado por amantes de la guitarra clásica, lo que ayuda a crear un ambiente especial. Una buena parte de los espectadores son de aquí, pero, gracias al atractivo turístico de Barcelona, un alto porcentaje lo conforman visitantes procedentes de todos los rincones del mundo. Esto me encanta, ya que, de alguna manera, es como ir de gira sin salir de mi ciudad. Muchos vuelven a los conciertos varias veces.
B.C. ¿Qué tipo de repertorio ofreces dentro de este ciclo?
E.Z. Es curioso, pero, cuando tocas, parece perder importancia la lengua que habla cada uno. La música es un idioma universal que nos une a todos y por eso es fundamental confeccionar con esmero el repertorio. En mi caso, está formado por obras que abarcan diferentes épocas y estilos, pero que tienen un significado especial para mí. Pienso que, para poder transmitir un mensaje musical, debe haber algo más que ideas o control técnico: debe existir un vínculo entre el músico y la pieza, una especie de “historia de amor”. Además, hay que ser sincero con la obra, y también con el público y con uno mismo, en la actuación. Eso no siempre es fácil, pero es lo que intento conseguir en cada concierto.
B.C. Sobre el concierto con el Cor de Cambra, ¿qué papel cumple la guitarra solista en un concierto con coro? No es un formato muy común.
E.Z. Tienes razón. No es un formato nada habitual y hay poca música escrita para esta formación. Para mí, es un gran honor participar en este proyecto tan interesante, con el Cor de Cambra del Palau de la Música Catalana y Simon Carrington como director. La obra que vamos a tocar se llama Via Crucis y está compuesta por el compositor catalán Carlos Suriñac. Es una pieza muy profunda, de mucho sentimiento, compuesta por quince saetas que corresponden a las Catorce Estaciones del Vía Crucis. La guitarra tiene una gran importancia tímbrica y rítmica, reforzando el sentido de la música con acordes rasgueados, en referencia al origen popular andaluz de la saeta, ostinatos y efectos de gran fuerza expresiva.
B.C. ¿Qué otros proyectos destacados tienes para 2017?
E.Z. Mis proyectos inmediatos son seguir desarrollando mi actividad concertística y pedagógica. Tengo previsto conciertos en varias ciudades europeas y también ocuparán un papel muy importante los proyectos con el Dúo del Mar y Barcelona4guitars, con quienes volveremos en abril para presentar un nuevo programa.
B.C. Conoces muy bien el Palau de la Música, pero, ¿hay otros auditorios de música emblemáticos en los que te gustaría actuar?
E.Z. Me encantaría tocar en el Auditori de Barcelona, sola o con orquesta. Es un lugar fantástico y con una acústica estupenda, pero, por desgracia, la guitarra clásica no se programa mucho. Por supuesto, sueño con tocar en lugares emblemáticos como el Concertgebouw o la Filarmónica de San Petersburgo - donde ya he actuado -, ya que este tipo de salas, con su larga historia, poseen un alma propia. No son simplemente lugares con una buena acústica; son espacios que permiten crear un diálogo emocional a través de la música. Cuanto más antigua es la sala y más grandes intérpretes ha acogido, más intensa es su magia y más posibilidades habrá de que la comparta contigo cuando salgas al escenario a tocar.
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