Barcelona Clásica: Isabel Félix: "La interpretación histórica no es una moda, sino algo necesario para entender la música del pasado"

jueves, 19 de marzo de 2015

Isabel Félix: "La interpretación histórica no es una moda, sino algo necesario para entender la música del pasado"

¿Cómo sonaba un piano en el siglo XVIII? ¿Es lo mismo un clave que un fortepiano? ¿El instrumento para el que Haydn componía sus obras se parecía algo al piano que tocamos hoy en día? Quienes se hayan hecho alguna vez estas preguntas tienen una cita con la pianista Isabel Félix en Musitekton, que actúa el sábado 21 a las 20 h. (entradas: 12 €; anticipadas, 10€).

Isabel ofrecerá un repertorio basado en Haydn, en el que utilizará un clave para las obras más tempranas y un fortepiano para las más antiguas: “Mostraré cómo la música de este compositor se dirige a uno u otro instrumento.” El concierto se realiza con réplicas de instrumentos de época propiedad de Isabel: una reproducción de un clavicémbalo flamenco modelo Ruckers y un fortepiano copia de un modelo vienés de 1805 de Walter & Sohn.

Barcelona Clásica ha hablado con Isabel Félix y esta es su presentación del concierto.

Barcelona Clásica: ¿Cuál es la diferencia entre un fortepiano y un clavicémbalo?
Isabel Félix: Se trata de dos instrumentos diferentes. Los dos tienen teclas y cuerdas, pero el mecanismo es completamente distinto: mientras en el clavicémbalo las cuerdas son pinzadas por plectros [una especie de púa], en el fortepiano son percutidas por macillos. A nivel artístico, la diferencia es notable: en el clave no hay posibilidad de modificar la intensidad dinámica de las notas, mientras que en el fortepiano sí, y además podemos hacer uso del pedal, entre otros recursos expresivos.

B.C. ¿Y qué diferencia al fortepiano del piano moderno?
I.F. Las diferencias más relevantes se encuentran en el ámbito del teclado, así como en la menor tensión y diámetro de las cuerdas, la ligereza del mecanismo,  la estructura – que no incorpora refuerzos metálicos hasta el siglo XIX- y en el tipo de recubrimiento de los macillos, primero de madera, luego de piel y fieltro. Por todo ello, el sonido del fortepiano es menos potente que el del piano moderno, pero, en cambio, gana en claridad y riqueza de colores. Es una estética que encaja a la perfección con los ideales musicales de la época clásica y del primer romanticismo: música que habla.

B.C. ¿Cuál es el modelo de fortepiano más famoso?
I.F. Por fortepianos nos referimos a los pianos históricos antecesores del piano moderno, construidos en fechas que van desde el siglo XVIII hasta mediados del XIX. No existe un único modelo de fortepiano, sino que cada fabricante incorporaba elementos que les daban personalidad propia. En esta época, la evolución del instrumento y la del estilo musical iban íntimamente ligadas. Podríamos decir que las novedades constructivas provocaban cambios compositivos, y viceversa.

B.C. Hay ahora un gran interés por los conciertos con criterios e instrumentos históricos. ¿Lo ves como una "moda" o crees que irá a más?
I.F. Sí, vivimos una época de auge, pero no me parece una moda, sino algo necesario para realmente entender cómo interpretar la música de los siglos pasados. Estoy segura de que, a medida que los músicos tengan un acceso más fácil a instrumentos históricos, se convencerán de la riqueza que aportan a su interpretación, y también el público agradecerá un sonido más cercano y auténtico.

B.C. ¿No puede suponer cierto "límite" a la expansión de la música el hecho de necesitar instrumentos históricos? No todo el mundo puede tener un fortepiano de época en casa...
I.F. En cierta manera, sí, pero es importante recalcar que no es necesario tener un instrumento histórico para interpretar con criterios históricos. Lo esencial es reproducir la idea musical del compositor en el instrumento el que dispongamos, histórico o no. Está claro que la situación ideal sería que todos los pianistas tuvieran varios fortepianos en casa, representativos de diferentes épocas y estilos, pero una solución es asistir con cierta periodicidad a cursos de fortepiano, que hoy en día se pueden encontrar sin tener que salir de Barcelona.

B.C. El repertorio del concierto de Barcelona está centrado en Haydn, uno de los grandes del clasicismo que, sin embargo, no tiene las cotas de popularidad de Händel, ni mucho menos, de Mozart. ¿Por qué? ¿Va a hacer falta que Hollywood haga una película sobre su vida para reivindicarlo?
I.F. Haydn es uno de mis compositores preferidos: siempre elegante, siempre cantando, con momentos de humor y pasajes de profundo dramatismo sin grandilocuencias. Es cierto que el gran público, en general, se deja impresionar más por los grandes artificios y las campañas de marketing que por la autenticidad. En su época, Haydn era respetadísimo y Mozart y Beethoven se consideraban alumnos suyos. Si los propios intérpretes incluyéramos más música de Haydn en nuestros programas ayudaríamos a reivindicarlo como se merece.

B.C. Finalicemos haciendo repaso a tu trayectoria. Eres de Menorca, ¿empiezas allí tus estudios? ¿A qué edad?
I.F. Nací en Maó y empecé mis estudios musicales en el Conservatori de Menorca a los ocho años. Recuerdo que en aquella época en el Conservatori había muy poca oferta de especialidades instrumentales: tenía ciertas dudas entre el piano y el violín, pero, finalmente, elegí el piano. En casa teníamos un piano Pleyel antiguo que me tenía fascinada... Supongo que algo tuvo que ver.

B.C. Posteriormente, estudias en Barcelona y en Alcalá de Henares. ¿Es en esta etapa cuando desarrollas tu interés por la música antigua?
I.F. Me mudé a Barcelona con 18 años para estudiar el grado superior de Piano en el Conservatori Municipal con Miquel Farré y también la licenciatura en Farmacia en la Universitat de Barcelona. Fueron años muy intensos por la simultaneidad de estudios, pero sirvieron para convencerme de que quería dedicarme profesionalmente a la música. Después, en Alcalá de Henares, estudié piano y música de cámara con Ferenc Rados. Fue entonces cuando empecé a interesarme de manera más seria por los criterios interpretativos específicos del siglo XVIII. Pero, como momento decisivo, destacaría el curso de interpretación histórica de “la Caixa" en Cádiz en 1999. A partir de entonces, me puse a estudiar el clavicémbalo y a tocar como continuista en orquesta.

B.C. Tienes también un periodo de estudios en el extranjero. ¿Supuso un hito importante? ¿Qué te aportó la estancia en Londres?
I.F. Mi formación en el extranjero comenzó de la mano de John Bingham en Londres, aunque fue breve. Destacaría especialmente los años con Paul Badura-Skoda –principalmente, en París y Viena-, cuando mis acercamientos al fortepiano fueron cada vez más frecuentes. Las grandes capitales europeas son un paraíso para cualquier músico con curiosidad y ganas de aprender, y no me refiero tanto a la especialización instrumental, sino a las infinitas posibilidades de vivir la cultura.

B.C. ¿Cuándo empiezas a trabajar más en el fortepiano?
I.F. La etapa de estudios con Paul Badura-Skoda fue decisiva: el sonido de los fortepianos cambia por completo la interpretación, aun tocando el mismo repertorio que en un piano moderno. En 2002, por casualidad, encontré en un anticuario de Menorca un fortepiano cuadrado Broadwood & Sohn original de 1824, y lo compré. Empecé un camino sin retorno...

Quienes quieran saber más del fortepiano, deben saber que en Barcelona hay programado un ciclo en el que este instrumento tiene especial protagonismo. Los conciertos se celebran los domingos en el recinto modernista del Hospital de Sant Pau y la propia Isabel Félix figura en la programación.

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