Barcelona Clásica: Cantar en Primera División: un ensayo con Simon Halsey y el Orfeó Català

sábado, 5 de noviembre de 2016

Cantar en Primera División: un ensayo con Simon Halsey y el Orfeó Català

Ensayo con Simon Halsey
Imaginemos que, un día, un club de fútbol de Primera División (que cada uno ponga el nombre que quiera) invita a su afición a participar en una jornada de entrenamiento y partido oficial, mano a mano con las estrellas del equipo. Se armaría un alboroto considerable: aglomeraciones, nervios, muchos selfies de recuerdo, familiares animando a los primerizos, jugadores amateurs calibrando sus posibilidades de convertirse en profesional… 

Pues, salvando las distancias entre el fútbol y el canto coral, esto es lo que ha empezado a organizar el Orfeó Català. Por segunda vez en lo que va de temporada, el Orfeó ha impulsado una experiencia participativa (la primera fue un ensayo abierto con el Réquiem de Fauré). Esta vez, se ha hecho una convocatoria abierta a cantantes aficionados para compartir con los coros del Palau un ensayo del Réquiem de Mozart y un concierto con público al final del día.

La respuesta ha sido tan masiva que, durante la jornada del 5 de noviembre, Palau de la Música Catalana se ha llenado de cantantes desde las 9 de la mañana, muchos de ellos ya vestidos de negro, como es reglamentario en el universo coral, pese a que un e-mail informativo había advertido de que el uniforme, hoy, ni siquiera era obligatorio. Pero la ilusión de jugar con los grandes produce todo esto: puntilloso respeto a las normas, puntualidad notable, ganas de hacer fotos a todo… Nada que envidiar al show business deportivo: hasta ha venido la televisión.

Lo que apenas se han producido son colas, pero esto ha sido más mérito de la organización que déficit de afluencia. No es tarea fácil conseguir que un total de 450 cantantes, entre profesionales y aficionados, se acrediten con nombre y apellidos, se coloquen los adhesivos identificativos, recojan la partitura y se distribuyan por la platea y el escenario del Palau en poco más de media hora, sin incidentes ni retrasos.
En ello han tenido un papel importante los miembros del Orfeó Català, el Cor Jove y el Cor de Noies, estratégicamente repartidos entre los asistentes. Su presencia no solo agiliza la logística; también es clave para que tanto el ensayo preparatorio como el concierto final tengan un nivel más que interesante, con pocas dudas en las complicadas entradas del Kyrie, uniformidad en la forma de resolver cada número y muchas menos estridencias en las notas altas de lo que es habitual en los conciertos amateurs.
El otro pilar de la jornada ha sido la dirección de Simon Halsey. El nuevo director artístico de los coros del Orfeó Català se ha presentado sin protocolo alguno y rápidamente ha empezado a dirigir la vocalización: ni lo uno ni lo otro suele ser habitual en la rígida etiqueta de la música clásica, donde se sigue reverenciando y llamando “maestro” a los directores,  especialmente si estos tienen el currículum de Simon Halsey.
Pero Halsey parece más interesado en la conexión con los cantantes que en marcar estatus. En el ensayo, apenas se sube al estrado de director. Exhibe un enorme sentido del humor: “Estoy impresionado por la afición al canto coral que hay en Cataluña. Esta es la mayor concentración de tenores que he visto en mi vida. En Reino Unido, hay tan pocos tenores que, cuando voy de gira con mi coro, los distribuyo en aviones diferentes, por si acaso”.
Cuatro horas de ensayo no es demasiado tiempo para repasar a conciencia compás por compás, así que Halsey no fatiga a los cantantes con repeticiones. Se centra en algunas frases que necesitan un trabajo especial, pero raramente dedica más de cinco minutos a un pasaje concreto. A lo que no renuncia es a las explicaciones pedagógicas: así, explica los diferentes fragmentos del Réquiem inspirados por Händel y J.S.Bach, y también por qué hay académicos insistiendo en componer nuevas versiones de extrema complejidad.

A Halsey se le ha visto muy orgulloso de trabajar para el Orfeó Català. Intentar dar todos los números de página en catalán y saluda efusivamente a los grupos turísticos que entran de visita por la sala: “¿Sabéis que estáis en el único edificio de conciertos del mundo que es propiedad de un coro?”. Y también parece encantado con la fórmula participativa: invita a los directores de los demás coros a intervenir al final del ensayo y se despide con una promesa: “Vamos a desarrollar esta idea hasta llenar de cantantes todo el Palau de la Música”.

La jornada culmina con un concierto abierto a todo el público interesado: amigos, familiares y aficionados (con suerte, a lo mejor también alguno de los turistas que han visto el ensayo durante la mañana). Es un buen concierto, aunque la anomalía del día es que, probablemente, los cantantes han disfrutado más que los espectadores. El propio Halsey lo ha explicado durante la mañana: “Cantar es muy bueno para la salud. Cuando cantáis, podéis sentir el corazón y la sangre corriendo por las venas. Es mejor que el fútbol”.




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