Foto: Will Powell. Bajo licencia Creative Commons |
Barcelona recibe la visita de dos grandísimos pianistas esta semana. Y, como suele ocurrir, la coincidencia de fechas es tal que actúan en días consecutivos y en el mismo lugar: la sala de conciertos del Palau de la Música.
Así, el miércoles 23 a las 20.30 horas, ofrece su recital András Schiff, un pianista de origen húngaro a quien la música le ha llevado hasta la distinción de “Sir”, otorgada por la Reina Isabel II de Inglaterra en 2014. El programa está dedicado a las últimas sonatas de cuatro grandes compositores vieneses: Mozart, Haydn, Beethoven y Schubert. Menos de 24 horas después, a las 20.00 horas del jueves 24, se iniciará el concierto de Daniel Barenboim, incluido en el ciclo de BCN Classics. Barenboim actúa en solitario con un programa de corte romántico: Schubert, Chopin y Listz.
Ante la proximidad de estos dos grandes conciertos, hemos preguntado a expertos en qué tenemos que fijarnos cuando vayamos a recital de piano. ¿Dónde es mejor sentarse? ¿De qué aspectos sonoros tenemos que estar pendientes? Estas son las principales recomendaciones.
1) Primero: ¿dónde sentarnos? Es evidente que no se va a ver lo mismo en todo el auditorio: quienes estén ubicados en el lado del pianista son los únicos que pueden ver el movimiento de las manos sobre el teclado. Pero, ¿es recomendable colocarnos allí? Rafael Salinas, profesor de piano de la ESMUC, cree que tenemos preguntarnos si nos seduce más la parte visual o la sonora: “Acostumbra a ser más interesante el discurso sonoro que el gestual y, por esta razón, resulta más aconsejable sentarnos a la derecha de la sala, donde mejor se oye el instrumento, que no a la izquierda, donde mejor se ve al instrumentista”.
2) Jordi Vivancos, director del Concurso Internacional de Piano María Canals (que es de los que siempre prefieren el sonido, “y eso fue un legado directo de la propia María Canals”), asegura que las primeras notas y los primeros acordes son básicos: “Si el sonido me gusta, entonces hay números de que el concierto me guste. Si no, por muy virtuoso que sea el intérprete, el concierto perderá muchos enteros”. Para Vivancos, "el buen sonido es más importante que la técnica" y ello implica que el pianista tiene que saber hacer sonar “bien y claro” su instrumento, especialmente con las notas agudas y las graves.
3) Lo siguiente sería preguntarnos qué sentido quiere darle el pianista a la interpretación; es decir, si hay una idea interpretativa concreta o, por el contrario, como dice Rafael Salinas, “estamos ante una sucesión de sonidos afinados y timbrados, pero vacíos de contenido”. Y no nos ha de despistar la velocidad a la que se toque. Para Salinas, “lo importante no es cuántas notas, correctas o no, se producen por segundo, sino lo que el intérprete quiere decirnos con ellas”. E insiste: “El discurso sonoro puede ser conceptual, emocional, riguroso o re-creativo con el texto, tradicional, o provocador… Pero, sin él, no se producirá la magia de la comunicación sonora”.
4) A continuación, tenemos que intentar descubrir cómo el pianista consigue crear su discurso. Rafael Salinas nos enumera diversos factores en los que podemos fijarnos:
- El timbre (si es más luminoso o más opaco)
- El pulso natural del fraseo
- El rango de las dinámicas (cómo el pianista intenta crear contrastes o favorecer una transición)
- La entonación
- La dicción
- El uso del pedal (para henchir los sonidos, para destilar su esencia o para difuminar el contorno), entre otros
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