Barcelona Clásica: La ópera también hace política: las otras lecturas de 'Le Nozze di Figaro'

miércoles, 9 de noviembre de 2016

La ópera también hace política: las otras lecturas de 'Le Nozze di Figaro'

Por Xavier Llisà

Imagen de 'Le nozze di Figaro' Foto: A. Bofill
Hasta el 20 de noviembre, tenemos en el Gran Teatre del Liceu la representación de una de las óperas más famosas de la historia, compuesta, también, por uno de sus más famosos compositores, Wolfgang Amadeus Mozart: Le Nozze di Figaro.

La ópera se estrenó en el Burgtheater de Viena en 1 de mayo de 1786 y en España, en el Liceu, el 2 de febrero de 1916. Además, la versión que podremos ver ahora, con la dirección escénica de Lluís Pasqual, ya se ha representado previamente en el teatro barcelonés otras dos veces, en los años 2008 y 2012. Se trata de una producción ambientada en los años 30 del siglo XX.

Le Nozze de Figaro viene a ser una continuación de la historia de Il Barbieri di Siviglia. La idea original fue del dramaturgo Pierre Augustin Caron de Beaumarchais, que primero escribió Le Barbier de Séville, ou la précaution inutile, la obra que inspiró a Rossini la famosísima Il Barbieri di Siviglia. Le Nozze di Figaro está basada en la segunda obra de Beaumarchais sobre el mismo personaje: Le mariage de Figaro ou la folle journée. Y todavía hay una tercera obra, L´autre Tartuffe ou la mère coupable. Simultáneamente a las representaciones del Liceu, se reprograma en el Teatre Lliure la obra de Beaumarchais con el montaje de Fabià Puigserver, presentado por primera vez hace 40 años.

El libreto es obra del autor de referencia en las óperas bufas en italiano de Mozart, Lorenzo da Ponte. De esta forma, Le Nozze di Figaro podria tambien incluirse dentro de una tercera trilogía: las tres óperas “dapontianas” bufas junto a Don Giovanni y Cosí fan tutte.
Es una ópera que incide, sobre todo, en los líos amorosos y de alcoba de los diferentes personajes, por lo que puede afirmarse que es Eros el que mueve la trama. El argumento se enreda ante la imposibilidad de los personajes de contener su deseo sexual.
Foto: A. Bofill
La obra de Mozart (o, mejor dicho, el libreto de Lorenzo da Ponte), deja en un segundo plano la crítica social hacia las clases altas de la sociedad de su época y contra los injustos privilegios de la nobleza. 

Pero tampoco se olvida este aspecto: el plebeyo Fígaro usurpa el papel principal al personaje noble, el conde de Almaviva, lo que constituye un claro mensaje de crítica social frente al status quo. Aun así, Beaumarchais ponía más énfasis en este aspecto. Posiblemente, fueron las presiones sobre los autores las que inclinaron la balanza más hacia el aspecto amoroso que hacia la crítica social.
Aquí encontramos similitudes con el Rigoletto de Giuseppe Verdi. En ninguna de las dos óperas, el personaje central que representa a la nobleza es el rey o el emperador, sino el conde de Almaviva (en Le nozze) y el duque de Mantua (en Rigoletto). O sea, que se acepta cierta crítica social, pero siempre dentro de un orden. Parece ya en aquella época existían las ahora famosas “líneas rojas”…
El director escénico Lluís Pasqual no pudo asistir a la rueda de prensa por motivos de  salud. No obstante, entregó una nota de prensa en la que recuerda que el hecho de situar la acción de esta producción en los años 30 nos hace recordar que en las casas ricas de la época se aceptaba como casi normal que el señor de la casa podía, como mínimo, acariciar el trasero de la criada y los señoritos iniciaban su aprendizaje erótico con algunas de las doncellas. Era un comportamiento heredado, generalizado y establecido de forma oficiosa, sin por ello se rompiese el equilibrio de la estructura familiar. 

Así que, en Europa, muchos años después de la época en que se escribió y compuso Le Nozze di Figaro, se mantenían ciertas costumbres ancestrales y persistían las mismas costumbres y privilegios de las clases pudientes. Y pensemos también que, de esto, no hace tampoco tantos años…



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