Ha sido, sin duda, el evento musical más destacado de las
Navidades en Barcelona. Antes del estreno, la prensa coincidió en alabar el
nivel del elenco protagonista, con dos estrellas de primer orden. Por un lado,
Joyce DiDonato, que ya estuvo en el Liceu en las Navidades de 2013 con la representación
de Cendrillon. Por otro, Javier
Camarena, el tenor que ha conseguido en 2014 uno de los mayores hitos que un
solista operístico puede soñar: que el público de la Ópera Metropolitana de
Nueva York pida un bis de una de sus arias en plena representación. Sucedió el
pasado 24 de abril. No fue con Maria
Stuarda, sino con La Cenicienta.
La expectación por ver a Camarena en directo el año en que ha logrado semejante
proeza está más que justificada.
El evento ha atraído a una buena cantidad de especialistas en
ópera. Las opiniones publicadas en medios de comunicación o en blogs personales
podrían parecer totalmente opuestas, yendo desde el aplauso de Jaume Radigales hasta la crítica de In Fernem Land.
En realidad, si leemos con detalle, hay más puntos en común
de lo que se cree:
- La crítica en pleno valora el buen trabajo del tenor Javier Camarena interpretando al conde Roberto Leicester, pese a que todos subrayan (¡nueva coincidencia!) que el papel es relativamente menor y no permite grandes lucimientos.
- Buenas valoraciones para los secundarios (Michele Pertusi, Vito Priante y Anna Tobella), quienes representan a los miembros de la corte isabelina y a la dama de compañía de María.
- Coincidencia también en denostar la producción, con calificativos como “decepcionante” (según Roger Alier en “La Vanguardia”), “muy desigual” (en opinión de Jaume Radigales), “vana” y “sin fuerza teatral” (para Alejandro Martínez) o “ridícula, muy fea e inútil” (según In Fernem Land).
El principal elemento de discordia es la valoración del dúo
de protagonistas, Joyce Di Donato (que interpreta a María Stuardo) y Silvia Tro
(en el papel de la reina Isabel). A diferencia de otras “Stuardas”, ambas
cantantes son mezzosopranos, lo que obliga a llevar la obra a una tesitura más
baja de lo habitual.
El resultado del experimento es lo que divide a los críticos:
algunos valoran el efecto dramático que se consigue en esta nueva versión,
mientras que otros se sienten directamente horrorizados. Ciertamente, el utilizar
voces más graves para las dos protagonistas obliga a alterar las partituras de
Donizetti y estas pierden brillo.
Gracias a YouTube, podemos comparar la interpretación de Joyce
Di Donato con algunas versiones de los años 70 protagonizadas por la “super-soprano” Montserrat
Caballé. Desafortunadamente, no hay vídeos de la versión del Liceu, pero sí de
la producción de la Met en Nueva York, también con Di Donato, en 2013. Los dos
momentos más célebres son la “plegaria” de María instantes antes de ser
ejecutada y el enfrentamiento entre las reinas.
Personalmente, la plegaria de Di Donato me parece muy
correcta. El problema es que se acaba justo cuando el número de Montserrat
Caballé se eleva a la estratosfera, con esa nota mantenida en suspenso durante
más de 20 segundos (ver el vídeo a partir del 4:36). Si una lo ha dado todo
hasta este momento, la otra no ha hecho más que “calentar” para la parte buena.
En cuanto a la confrontación de las reinas, creo que es más
fácil ver lo que el tono grave aporta al momento dramático.
Imagino que es esto
lo que la nueva producción busca: lograr mediante la tonalidad lo que
Montserrat Caballé (y otras sopranos con una tesitura muy aguda) consigue
con fuerza interpretativa.
Quien prefiera valorar por sí mismo, puede escuchar la
grabación de “Maria Stuarda” en Catalunya Música, disponible hasta el 31 de
enero o la retransmisión de Radio Clásica prevista para el próximo día 8.
O, directamente, puede asistir a alguna de las representaciones de la próxima
semana, ya que todavía hay entradas disponibles (generalmente, desde 79 euros,
aunque hemos visto algunas por 56 euros).
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