Desde entonces, ha tocado como solista con orquestas como la Orquesta Nacional de España, la Prague Philarmonie Orchestra o la Orquesta Sinfónica de Castilla y León, entre otras; ha sido intérprete de cámara con destacados músicos europeos; ha recibido diversos premios; ha sido invitada a actuar en festivales internacionales y ha tenido tiempo incluso de iniciarse en la docencia musical.
El próximo jueves podremos verla en directo en el Palau de la Música, con un programa en el que ha puesto lo mejor de ella misma.
Muchos críticos destacan de Laia Masramon su sofisticación y su elevada técnica. Sin embargo, pocas veces hemos visto a una pianista que tan claramente anteponga el amor a la Música –ella la escribe con mayúsculas- a cualquier otro aspecto interpretativo. Nos lo cuenta en esta entrevista para Barcelona Clásica.
Barcelona Clásica: En el concierto presentarás una mezcla de Romanticismo y modernidad. ¿Es repertorio habitual o lo has trabajado en especial para la ocasión?
Laia Masramon: Al hacer un programa, siempre dedico varios días a sentir qué encaja mejor con mi momento presente y qué obras tengo ganas de tocar. Luego, reflexiono mucho sobre qué estado emocional pide cada obra y cómo enlazar los diferentes estados de forma coherente. A veces juego con el concepto de evolución o transformación; otras veces, con el contraste.
Este programa que presento en el Palau es muy querido para mí. Tocaré obras que respeto y admiro mucho desde hace años, como las Variaciones sobre un tema de Schumann de Brahms -una de las obras más profundas y sutiles de Brahms-, el Lento con gran espressione de Chopin -popularmente conocido como el Nocturno póstumo en do sostenido menor, aunque el título de Nocturno no es original de Chopin-, y algunas de las obras más exquisitas de Debussy y Scriabin. Varias de estas obras las he tocado en concierto desde hace años y otras son nuevas y expresamente elegidas para la ocasión.
La primera parte del concierto planta la semilla de la renovación, con las Variaciones de Brahms, seguidas del éxtasis nocturno de Chopin y un final apoteósico con su Scherzo nº 1.
La segunda parte presenta una propuesta compositiva de palíndromo, el símbolo cíclico del infinito, de la eterna búsqueda de respuestas y de la necesidad de renovación constante, a través de tres grandes compositores del siglo XX: Debussy, Scriabin y Pärt. Ellos nos sumergirán en un mundo sugerente y dinámico que culminará con el pletórico clímax de L'Isle Joyeuse y la pieza de Pärt.
B.C. La elección de Arvo Pärt, ¿tiene que ver con el próximo homenaje que prepara el Palau de la Música al compositor?
L.M. Sí, la inclusión de una obra de Pärt fue sugerida por el Palau para poder contribuir a su homenaje. Pero no solamente quería tocar una obra de Pärt; también quería que tuviera un significado dentro del programa.
Por eso, gracias al Für Alina de Pärt, surgió esa idea de palíndromo para la segunda parte. Esa obra está escrita en el estilo que Pärt nombraba "tintinnabulation", un lenguaje que él usa cuando está buscando respuestas vitales y trascendentes. El concepto de palíndromo da un sentido más profundo al hecho de programar y lo convierte en algo más allá del mero hecho de enlazar unas obras con otras.
L.M. Tocar en el Palau como solista con la OBC cuando tenía 15 años fue un honor y una experiencia absolutamente maravillosa que recordaré toda la vida. Es la sala donde yo iba de pequeña a escuchar a los grandes y a soñar con la música. ¡Esto no se olvida! Además, los compañeros de la OBC fueron estupendos. ¡Me sentí tan arropada y querida por todos! Después, nos fuimos de gira con la OBC en el País Vasco y lo pasé en grande con ellos. Al ser tan jovencita, era como la "mascota" del grupo.
Pero, cuando toco en concierto, sea donde sea, mis energías están centradas en el "aquí y ahora”. Solo sintiendo el presente puede uno conectarse consigo mismo, y esta conexión es esencial a la hora de salir a un escenario.
B.C. Repasando tu carrera y fijándonos en el debut en el Palau, ¿fue lo que marcó un antes y un después?
L.M. Carles Julià, que fue mi primer profesor de música - después de mi abuela, con la que empecé a los 6 años-, siempre me decía que "para dedicarte a la Música, tienes que ser digna de ella. Tienes que profesarle un respeto y amor infinitos. Si no, mejor dedícate a otra cosa.
L.M. Carles Julià, que fue mi primer profesor de música - después de mi abuela, con la que empecé a los 6 años-, siempre me decía que "para dedicarte a la Música, tienes que ser digna de ella. Tienes que profesarle un respeto y amor infinitos. Si no, mejor dedícate a otra cosa.
Mi profesor y mi familia me inculcaron desde pequeña este respeto y profundo amor, no sólo por la Música, sino por el Arte en general. Y yo, a pesar de que desde los 10 años ya daba conciertos y me entregaba en cuerpo y alma, me pregunté durante años si de verdad era digna de dedicar mi vida a la Música. Quería sentir este convencimiento de que mi amor era "suficiente" y verdadero.
Y fue con la experiencia del Palau de la Música, donde sobre el escenario me sentí tan feliz, tan viva, que llegó esa confirmación final, gestada desde hacía tantos años, de que quería dedicar mi vida a la Música, con todas las responsabilidades que ello conlleva.
B.C. Fuiste una pianista muy precoz, algo que es casi un tópico en el desarrollo de grandes pianistas. ¿Un pianista tiene que despuntar desde muy joven para tener opción a convertirse en profesional?
L. M. No tiene por qué ser así: tenemos el ejemplo de uno de los más grandes maestros, como es Alfred Brendel. Pero quizás esta es la excepción. Como cualquier otro lenguaje, si integras la Música desde muy pequeña, esta se transforma en parte de ti de forma natural.
Lo que requiere la Música es mucha dedicación sincera durante el resto de tu vida. Y estoy de acuerdo con lo que decía mi profesor Carles Julià, porque, si no es la pasión lo que te inspira para dedicar tantas y tantas horas, y si no estás dispuesto a hacer un trabajo de verdadera introspección, honradez y seriedad, harás un flaco favor a la Música y a ti mismo.
B.C. ¿Qué es lo que más valoras del trabajo que supone la selección de un repertorio y de una propuesta de interpretación?
B.C. Fuiste una pianista muy precoz, algo que es casi un tópico en el desarrollo de grandes pianistas. ¿Un pianista tiene que despuntar desde muy joven para tener opción a convertirse en profesional?
L. M. No tiene por qué ser así: tenemos el ejemplo de uno de los más grandes maestros, como es Alfred Brendel. Pero quizás esta es la excepción. Como cualquier otro lenguaje, si integras la Música desde muy pequeña, esta se transforma en parte de ti de forma natural.
Lo que requiere la Música es mucha dedicación sincera durante el resto de tu vida. Y estoy de acuerdo con lo que decía mi profesor Carles Julià, porque, si no es la pasión lo que te inspira para dedicar tantas y tantas horas, y si no estás dispuesto a hacer un trabajo de verdadera introspección, honradez y seriedad, harás un flaco favor a la Música y a ti mismo.
B.C. ¿Qué es lo que más valoras del trabajo que supone la selección de un repertorio y de una propuesta de interpretación?
L.M. Los músicos tenemos un tesoro entre manos, al que debemos rendir tributo con nuestro esfuerzo y honradez. Los intérpretes somos quienes "devolvemos a la vida" las obras maestras de los grandes compositores. Y ello conlleva un profundo estudio del compositor, su lenguaje, su entorno y sus intenciones, así como un riguroso ejercicio de sinceridad con uno mismo para asimilar toda esa información y dejar que la Música viva "a través de ti".
Me entristece ver cómo a veces algunos músicos transforman ese arte en un espectáculo casi circense, que más que "ir sobre Beethoven", o el compositor que sea, va sobre ellos mismos. Es siempre muy difícil encontrar ese equilibrio, pero mi deseo siempre será el de servir a la Música lo mejor que pueda, en vez de servirme de ella.
B.C. ¿Qué proyectos tienes en la actualidad?
L.M. Actualmente estoy trabajando en programas de recital y algunas obras de cámara. Probablemente, el año que viene se me pueda ver como solista con orquesta en Suiza.
Estudio en Basilea otro máster, esta vez especializado en fortepiano e interpretación histórica, un campo en el que tenía ganas de profundizar desde hacía tiempo. El conocimiento de los instrumentos originales permite entender mejor lo que escribió cada compositor y así puedo volver al piano moderno con una comprensión más profunda de la música y con una mayor variedad de posibilidades artísticas y herramientas técnicas.
También dedico parte de mi tiempo a la enseñanza, que considero crucial y que me hace vivir media semana en Madrid y media en Basilea.
Pero mi proyecto principal es seguir dedicándome a la Música y continuar aprendiendo de ella, porque así aprendo también de mí misma. La Música me ayuda a afrontar amablemente las dificultades y a saborear cada paso. Espero poder seguir así toda la vida.
B.C. ¿Preparas alguna grabación?
L.M. Estamos editando con CristalFilms un DVD de varios recitales que hice con obras de Mompou, Debussy, Ravel, etc. Además, con el cuarteto que formamos con Erich Höbarth (primer violín del Quatuor Mosaïques), Hariolf Schlichtig y Christoph Richter, editamos un DVD promocional grabado en directo de un concierto en L'Auditori de Barcelona, dentro de la Temporada de Música de Cámara.
Y tengo ganas de volver a grabar. Ya estoy pensando en repertorio...
B.C. Trabajas más en el extranjero que aquí. ¿Te gustaría tener más proyectos en Barcelona?
L.M. Todos tenemos deseos mundanos de tocar aquí o allá, pero intento que el ego no sea lo que rija mi vida, sino el contacto honesto conmigo misma y el amor por lo que hago.
Humildemente, yo dedico mi tiempo a lo que considero que me enriquece: la Música, las personas que me rodean y aquellos a los que quiero. ¡Lo que venga, bien estará! :)
B.C. Entre enero y febrero ha habido en Barcelona más de 20 conciertos de piano. La semana pasada salimos a recital diario de piano entre el Auditori y el Palau, con Yuja Wang, Josep Maria Colom, Maria Joao Pires y otros. ¿Estamos en una "edad de oro" del piano?
L.M. El hecho de que el piano sea uno de los instrumentos más tocados hoy en día no necesariamente hace que vivamos una "edad de oro" del piano. A veces pienso que más bien ocurre todo lo contrario.
Hace algunos cientos de años, la Música ocupaba un lugar primordial en la vida de una parte importante de la sociedad. El hecho de tocar o escuchar Música era algo verdaderamente preciado. Hoy en día, tenemos más facilidad que nunca para escuchar Música, pero estamos perdiendo la verdadera esencia y la relegamos a un mero "entretenimiento".
A veces, echo de menos aquellos tiempos en los que los grandes artistas como Maria Joao Pires, Alfred Brendel, Rubinstein o Horowitz, por poner algunos ejemplos, eran tratados con más respeto que un producto de márketing.
B.C. ¿No es positivo el marketing en la música clásica para ampliar la difusión?
L.M. La música es mucho más que algo "bello" o "entretenido". La música tiene el poder de transformarnos profundamente como personas. Y ahora, cuando a veces parece que se olvida la importancia de aquello hecho con paciencia y entrega infinitas, creo que, más que nunca, deberíamos cuidar y potenciar el Arte, en general.
Una sociedad sin Arte, una sociedad que no cuida el alimento para su espíritu, se convierte en una sociedad vacía. Y, a veces, las grandes industrias que giran en torno a la Música no siempre tienen el objetivo de servir a la música, sino el de "sacar productos" y beneficiarse de ellos. Aunque parezca que esto acerque la música a mucha gente, no creo que haga ningún bien, porque va despojando a la Música, poco a poco, de su autenticidad y de su poder transformador.
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