Barcelona Clásica: Josep Vila: el niño que no quería ser músico y acabó convertido en director del Orfeó Català

sábado, 21 de febrero de 2015

Josep Vila: el niño que no quería ser músico y acabó convertido en director del Orfeó Català




Josep Vila Foto: A. Bofill
En 2013, la BBC entrevistó a Sir John Eliot Gardiner, considerado por muchos como el mejor director de coro del mundo, para su sección “5 minutes with”. En ella, Gardiner confesaba, por ejemplo, su amor por la agricultura –a la que dedica todo el tiempo que no está haciendo música-.

Es difícil establecer comparaciones entre Gardiner y Josep Vila, actual director del Orfeó Català y del Cor de Cambra del Palau, sobre todo por las diferencias culturales y generacionales que hay entre ambos. De todas maneras, no dejan de tener puntos en común. Si Gardiner es el afamado creador del Coro Monteverdi, Vila fundó, con solo 23 años, el prestigioso coro Lieder Camera, integrado exclusivamente por cantantes con formación musical profesional. Y los dos han tenido experiencias como responsables de coros ligados a televisiones públicas: el inglés ha sido director de la Orquesta Sinfónica de la Radio del Norte de Alemania y Vila, del Coro de RTVE. 

Así que, con todo el respeto hacia las figuras de los dos directores y aprovechando la conversación con Josep Vila para hablar del Concierto Shakespearenos hemos atrevido a hacer nuestro propio “5 minutes with” con el director catalán, utilizando el mismo cuestionario que la BBC realizó a John Eliot Gardiner.

Barcelona Clásica: ¿Qué pasión compartes con la música?

Josep Vila: Además de la dirección del Orfeó Català y del Cor de Cambra, hago composición e imparto clases. Tengo poco tiempo para compartir con nada que no sea la música, pero lo que me queda lo dedico al deporte, especialmente a la natación, el senderismo y la bicicleta, y la lectura.

B.C. La pasión por la música, ¿es una herencia familiar?

J.V. Yo creo que la afición me viene de mi madre, la única de la familia que estudió música de joven y tocaba el piano. Pero yo, de pequeño, no quería saber nada de la música clásica. Mi hermano, que estudiaba en la Escolania de Montserrat, me intentó animar. Una vez, cuando le fuimos a visitar, me probó la voz y vaticinó que acabaría yendo a Montserrat. Pero no: llegué a asistir a clases al conservatorio de Sabadell. No me gustó y me salí.

Sin embargo, a los 14 años, en el instituto, tuve un profesor excelente de música, esa asignatura “maría” a la que nadie daba importancia. Este gran profesor me enseñó a amar la música. Se me abrieron los ojos y me di cuenta de lo que me había estado perdiendo. Empecé a estudiar: tuve que hacer varios cursos al año. En aquella época, te podías matricular de muchas asignaturas por libre, así que llevaba un curso en el año normal y otro durante el verano. Así, a los 23 años estaba preparado para crear Lieder Camera.

B.C. ¿Cuáles dirías que son tu obra y tu compositor favorito?

J.V. La Misa en Si Menor de Bach. Todo va hacia Bach y sale de Bach, y esta obra es la que más me gusta y la que mejor resume la obra de Bach. [Curiosamente, es la misma obra que Gardiner reconoce como preferida a la BBC]

B.C. ¿Qué es lo mejor de ser director?

J.V. Diría que el sentimiento de compenetración y la libertad. [Le explicamos que Gardiner dice preferir el momento en que descubre una nueva obra] El descubrimiento de una obra es un placer infinito, como el de abrir un nuevo libro, pero si tengo que elegir, prefiero las sensaciones de compenetración con el resto de miembros del coro y de libertad, es decir, alcanzar el punto en el que puedes interpretar sin estar marcado por restricciones técnicas.

B.C. ¿Y qué dirías que es lo peor?

J.V. La soledad. No quiero decir que el director esté físicamente solo, porque en un coro, se canta en grupo. Cuando hay conexión, el director siente esa compenetración de la que hablaba y que es lo mejor. Pero cuando no se da esta conexión, entonces el director está solo.

B.C. ¿Su estilo de dirección es autocrático o democrático?

J.V. Las decisiones en la dirección se van tomando a medida que ves las posibilidades de las personas que tienes delante. Hay veces que tienes una idea musical, pero esta no funciona con las características tímbricas del grupo. La verdadera interpretación es la que se va adaptando a la respuesta ideal que puede dar el instrumento disponible.

B.C. ¿Crees que es posible que nazca un nuevo Beethoven?

J.V. Creo que sí. De hecho, espero que ya haya nacido y que lo conozcamos pronto. La música tiene infinitas posibilidades y, en el futuro, todavía podemos ver muchas cosas.

B.C. ¿Siempre intentas buscar nuevas cosas?

J.V. Sí. La gran música, como la gran literatura, es aquella en la que encuentras nuevas cosas cada veces que la visitas. En cambio, la música y la literatura mediocre te da todo lo que puede ofrecer en la primera lectura y, cuando vuelves  ella, ves que no hay nada más.

B.C. ¿Crees que es mejor la interpretación cuando se aplican criterios históricos?

J.V. Es la mejor manera de entender la música de Bach, pero hay muchos tipos de criterios históricos. Y tampoco soy enemigo de que corales clásicas se aproximen a Bach con instrumentos modernos: he oído interpretaciones brillantes así.

B.C. ¿Por qué la música clásica no es más popular?

J.V. Por dos motivos. Uno, porque es un arte que requiere de una audición activa y vivimos en una sociedad en la que se potencia todo lo fácil, todo lo que no haga trabajar. El segundo motivo es que no todos los centros educativos dan a la música la importancia debida.

Y la música es importante no solo por la formación de algunos futuros músicos y de muchos más futuros espectadores, sino porque la música ayuda al desarrollo de los niños y los adolescentes. Los niños que estudian música suelen ser mejores en matemáticas y se desenvuelven mejor en la mayoría de disciplinas. Está demostrado.

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