Casi semana y media después del estreno de “Norma”, seguimos encontrando tuits como este del crítico Xavier Cester (Diari Ara): “Reconfirmat, aquesta Norma al @Liceu_cat amb Sondra Radvanovsky i @MaestroGKC serà recordada durant molt de temps”.
No había visto tanta emoción en los críticos en toda la temporada, por lo que sospecho que estamos ante el gran éxito del Liceu del curso 2014/2015.
De todas maneras, concretemos: quien se lleva la mayor parte de los aplausos es la soprano protagonista, Sondra Radvanosky, una gran estrella de la lírica que se hizo famosa interpretando a Verdi, pero que decidió después dar un giro en su carrera hacia el belcanto. En la rueda de prensa de presentación de Norma, aseguró que empezó a estudiar el papel de Norma cinco años antes de interpretarlo por primera vez.
Repasemos algunos de los elogios que se lleva la Radvanovksy:
• “Interpretación memorable”, afirma Xavier Cester, destacando “una voz extensa”, “ductilidad” para pasar “de un volumen generoso a un murmullo etéreo” y una “musicalidad precisa”.
• “Exhibición de sensibilidad, potencia y agilidad vocal, dejando al público anonadado con sus exquisitos y muy sinceros pianissimo”, dice Maricel Chavarría en La Vanguardia.
• “La soprano desborda el papel de la gran sacerdotisa gracias a una impactante y potente emisión canora, además de un meritorio control del fraseo, el volumen y la intensidad del sonido”, asegura Fernando Sans en “La Razón”.
Norma es una ópera en la que el éxito o el fracaso lo marca la soprano protagonista, independientemente de que la producción guste más o menos, de que el tenor esté mejor o peor (la mayoría de comentarios aseguran que el de esta edición del Liceo, Gregory Kunde está muy bien) y de que el resto del reparto brillen o no. Sondra Radvanosky ha realizado la mejor actuación de toda su carrera en el escenario del Liceu y eso basta para su Norma sea un triunfo total.
Pero, cuidado, que no todo es entusiasmo desbordante: el habitualmente amable (pero siempre sabio) Roger Alier matiza que Radvanosky fue “de bien a mejor”, añadiendo que su “Casta Diva" -archiconocido emblema, no solo de Norma, sino de todo el bel canto, que se canta en el primer acto- “no fue para tirar cohetes”. Algo parecido afirma Alejandro Martínez en Codalario (aunque luego explica cómo el resto de la función es un derroche de virtuosismo por parte de la soprano).
Y atención a los comentarios de Joaquim en In Fernem Land, que, si bien reconoce los méritos de la “superestrella” americana, se muestra mucho más entusiasmado con la protagonista del segundo reparto, Tamara Wilson, una cantante emergente que solo hace cuatro años participaba en el concurso de canto Francesc Viñas.
Por tanto, bastante unanimidad en dar el sobresaliente a la Norma de Sondra Radvanovsky, pero menos mal que no hay que conceder matrículas de honor, porque aquí tendríamos a nuestros críticos enfrascados en un serio dilema.
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